TestimonioS
Maria Jesus Rossi - Septiembre 2006
Hacía tiempo que sentía la necesidad de buscar trabajo fuera de casa. Pedro, mi marido necesita ayuda en su trabajo, pero yo no veía que pudiésemos trabajar juntos. Ni yo, ni mis amigos Nacho Carbajosa, Maica, Alvaro... en los que confío.
Después de una conversación con Nacho, él me da un teléfono para que busque trabajo: el teléfono del Centro de Solidaridad. Me dice que llame y pregunte por una tal Pilar. Llamo el lunes 18 de septiembre y me cita para el martes 19 a las 11 horas.
Tengo que llevar un currículo. Nada más sentarme, dejo el currículo encima de la mesa, y los primeros 5 minutos si me sale el trabajo o no pasa a un 2º lugar. Pilar me cuenta su vida: cómo conoció el Movimiento a través del profesor de religión de sus hijos ¡Carras! El es una provocación continua en su vida y ella es fiel. Por indicación de Carras, empezó a ir a visitar a una enferma con esclerosis múltiple.
Poco a poco se añadieron otros enfermos a sus visitas. Estuvo colaborando muchos años con la Asociación de enfermos de Esclerosis Múltiple, creo que unos 14 años. Hace un año detectaron esta enfermedad a su hija de 42 años. Me dice cómo El Señor la estaba preparando para esto.
Pilar me cuenta que el Centro de Solidaridad no pone anuncios ni recurren a ellos, de vez en cuando compran el Segunda Mano. ¡Cómo es posible que por el boca a boca tienen una bolsa de 4.000 personas y 2.000 ofertas de empleo! El Centro empezó en una parroquia: atendiendo a niños que jugaban con unas maquinitas. Viendo la necesidad de trabajo que tenían los padres de estos niños, empezaron a buscarles trabajo entre los amigos: atendiendo a la realidad que tenían delante.
Pilar, una mujer que tengo delante que rebosa humanidad por los poros de la piel, a la que le importa mi persona. No tengo que guardar ninguna pose como en otras entrevistas que a lo largo de mi carrera profesional he ido haciendo. Me pregunta cuáles son mis necesidades: horario, sueldo, lugar de trabajo. Le digo que el horario tiene que ser sólo de mañana para poder estar con mi hijo, lugar en Madrid y el sueldo no es lo más importante. Abre la base de datos, vemos un par de ofertas que no coinciden con lo que yo quiero.
Sale una oferta: trabajo de 9 a 14 horas en una ingeniería. Contacto: Cristina Navarro. Se me descuelga la mandíbula un poco más. Esta chica es amiga de Pía. En febrero de este año me ofreció este trabajo. Tuve que decir que no, porque atropellaron a mi suegra en una parada de autobús y estuvo en casa 4 meses. Le digo a Pilar ¡qué casualidad! Me dice “nada es casual” A lo mejor El Señor te estaba esperando en este trabajo. Ahora Cristina y tú os tenéis que jugar la libertad.
Me voy de allí sin haber podido contactar con Cristina, sin saber qué va a ocurrir. Pero salgo contenta porque ha merecido la pena haber conocido a esta mujer. Me despide diciéndome que está pensando que por qué no trabajo con ella. Le digo que lo mismo he pensado yo.
Me dice que ella no es tan encantadora siempre, le digo “ni yo”. Me despide diciendo “bienvenida a casa”. Le respondo “encantada de haberte conocido”. Rezamos un Gloria y me dice “como dice Julián Carrón, hoy hemos tocado” tocándome. Llevo una semana totalmente impactada. No pudiendo hablar de otra cosa con todo aquel que se me pone delante.
Estoy contenta y agradecida de haber encontrado este lugar donde el encontrar o no empleo pasa a un segundo lugar y en primer lugar se impone una humanidad así, que me hace preguntarme ¿Quién eres Tú? Una persona que ha hecho experiencia de que El Señor es el que ha ido construyendo su vida y que tiene la certeza de que es Cristo quien lleva el Centro de Solidaridad. Yo salgo totalmente tocada preguntándome ¿Quién maneja los hilos de mi vida? Pilar me llama al día siguiente. Ha contactado con Cristina y me llamará. Cristina me llama y nos reímos las dos por teléfono. Me cita para el lunes 25 de septiembre. En el recorrido en autobús me encuentro muy nerviosa. Pienso: Tú sabrás, Señor, si me quieres poner en ese trabajo. Los planes son tuyos, no míos. En la entrevista con Cristina me encuentro “en casa” de nuevo.
Al exponer las condiciones de trabajo, Cristina me dice que me lo piense. Le digo que ya está pensado. Que sí. Empezaré a trabajar el día 9 de octubre. En menos de una semana he encontrado trabajo. Con 41 años, después de 4 años desconectada del mundo laboral, con un horario que deseaba y con Cristina Navarro. La aventura no ha hecho más que empezar.